En la cabeza de un padre prematuro

Cuando se tiene un hijo prematuro, y especialmente en el caso de los grandes prematuros, la familia se enfrenta a un proceso largo con mucho desgaste emocional. Los padres no terminan de reconocer a esa minúscula criatura llena de cables que les mira desde la incubadora mientras llegan regalos y felicitaciones en un momento en el que se sienten más preocupados que contentos.

La atención está puesta de lleno en la supervivencia del bebé, pero el niño requiere de sus padres para salir adelante. ¿Quién les atiende a ellos? Según explica la psicóloga del hospital Quirón Salud de Marbella y de Avatar Psicólogos, Mónica González, “sobre todo en los primeros momentos los papás necesitan de un acompañamiento que les permita poder canalizar esas emociones desagradables para poder expresarlas de la mejor manera posible”.

Según la especialista “puede parecer algo muy obvio, pero normalmente tenemos muchos problemas en la gestión de las emociones desagradables, y cuanto mejor hagamos esto, menos ansiedad aparecerá”.

Otro factor importante es trabajar con la anticipación de posibilidades que aún no han ocurrido y que posiblemente nunca llegarán pero que aparecen cuando hay miedo.

Según explica González, “aunque es imposible no generar expectativas de futuro vamos a intentar que los padres estén enfocados en el presente. Gran parte del sufrimiento de las personas”, continúa, “tiene que ver con sufrir situaciones antes de tiempo, por lo tanto el objetivo será enfrentar los problemas cuando aparezcan y no antes”.

Al miedo y la incertidumbre se suma el hecho de tener que lidiar, a diario, con términos médicos difíciles de comprender o diagnósticos que cuesta asimilar, especialmente cuando son negativos o se habla de pronósticos complicados. Es en estas situaciones cuando los psicólogos se convierten en “traductores” de los médicos, en un enlace con las familias.

Según explica la psicóloga de Quirón, “cuando se recibe un diagnóstico negativo, además del miedo, aparecen otros mecanismos y emociones con los que hay que lidiar como la rabia o la negación”. Encajar un diagnóstico, sobre todo cuando se trata de nuestros hijos, es siempre difícil y uno de los primeros aspectos en los que se debe trabajar ya que, hasta que no se acepta ese hecho, toda la energía está puesta en esa lucha”.

González señala que “aceptar un diagnóstico es un requisito necesario para poder ocuparnos de nuestro hijo de la manera más eficaz y es en este momento cuando se hace necesaria la ayuda de un psicólogo”.           

De hecho González considera que, aunque suene a utopía, la atención psicológica sería necesaria para todos los padres. Según explica “tenemos mucha información sobre cuestiones relacionadas con el desarrollo biológico del bebé pero muy poca sobre su desarrollo emocional y psicológico, algo que va a ser determinante para forjar su personalidad”.

Hasta ahora el apoyo psicológico a las familias de los prematuros aún está en pañales. Los padres se siguen enfrentando a pecho descubierto a la realidad de las incubadoras sin más apoyo que la empatía de los profesionales que luchan por la vida de sus hijos. Mucho por hacer aún, mucho por andar y por fomentar la presencia de psicólogos en las UCIS neonatales.

2 comentarios en “En la cabeza de un padre prematuro”

  1. En APREM estamos convencidos de esa necesidad y por eso hemos abierto un servicio de orientación y apoyo psicológico gratuito para nuestros socios

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