Pulmones en construcción. Displasia broncopulmonar

DBP

Algo tan básico como respirar se puede convertir en un verdadero esfuerzo cuando hay que hacerlo antes de tiempo.

El sistema respiratorio crece y se desarrolla, sobre todo, en el tercer trimestre del embarazo y durante el primer año de infancia. El grado de maduración pulmonar se relaciona con la edad gestacional de manera que a mayor prematuridad mayor posibilidad de que aparezca una insuficiencia respiratoria.

Según explica la neonatóloga del Servicio de Neonatologia del Hospital 12 de Octubre, Catalina Morales, “el recién nacido prematuro es más propenso a presentar fracaso respiratorio no sólo por la inmadurez pulmonar sino también por la inmadurez del centro respiratorio (el encargado de dirigir y regular la respiración) y también por debilidad en los músculos respiratorios”.

El pulmón, explica Morales, está compuesto por vías que llevan el aire hasta unas pequeñas unidades llamadas alvéolos, que es donde se produce el intercambio de gases. Para poder hacer la transición de la vida feta fetal a la respiración adulta es necesario tener una superficie de alvéolos adecuada, así como la capacidad de producir una sustancia llamada surfactante.

La presencia del surfactante en el alvéolo es clave para mantenerlo abierto, facilitando que el aire pueda entrar y realizar el intercambio gaseoso.

El nacer antes de tiempo implica un stop en este desarrollo pulmonar. El pulmón puede estar en este proceso de formación y no tener todavía desarrollados todos sus alvéolos o no tener la capacidad de producir el llamado surfactante. El desarrollo pulmonar continuará fuera del útero, pero lo hará en un ambiente que no es el más favorable, “los dispositivos que debemos usar para ayudarles a respirar”, señala Morales, “la presencia de infecciones e inflamación hacen que se altere la arquitectura pulmonar”.

Displasia Broncopulmonar (DBP)

El principal problema de la inmadurez pulmonar y especialmente en los menores de 28 semanas es la Displasia Broncopulmonar (DBP). En aquellos niños que han tenido daño pulmonar precoz u otras alteraciones respiratorias pueden tener problemas respiratorios incluso en ausencia de otras enfermedades, traduciéndose en una disminución del crecimiento óptimo pulmonar.

La repercusión que pueda haber en el futuro del bebé dependerá del tipo y severidad del daño pulmonar inicial, así como de la etapa del desarrollo pulmonar en la que se presente.

Aunque existen otros factores que contribuyen a un inadecuado desarrollo pulmonar (estado nutricional, la exposición a tabaco, infecciones respiratorias y contaminación ambiental) la prematuridad es la causa más frecuente de alteración en el desarrollo pulmonar.

La DBP se caracteriza por una disminución en el número de alveolos, así como por una alteración en su estructura lo que se traduce en una reducción el área de intercambio gaseoso, como consecuencia de un desarrollo pulmonar inadecuado. La DBP en nuestro entorno se presenta entre un 10-20% de los recién nacidos con un peso menor de 1500 gramos, siendo mayor su gravedad a menor edad gestacional.

Los niños que han tenido displasia broncopulmonar tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades pulmonares obstructivas crónicas. Se ha visto que en niños con antecedente de displasia broncopulmonar es más frecuente la necesidad de tratamiento broncodilatador continuo hasta los 2 años, así como de episodios de sibilancias recurrentes entre los 2 – 5 años y con asma en la infancia.

Según explica Morales, dependiendo de la edad y la recurrencia de los episodios puede ser necesario el inicio de tratamientos con broncodilatadores o con corticoides inhalados.

Secuelas

Además, las enfermedades reactivas de la vía aérea son más frecuentes en los prematuros y aquellos niños con displasia broncopulmonar tienen mayor riesgo de bronquiolitis y neumonía. La tasa de reingreso por enfermedades respiratorias durante los primeros 2 años de vida es casi el doble que los recién nacidos a término. El espectro puede ser muy heterogéneo: desde casos graves con tratamiento médico intenso y oxigenoterapia, hasta casos totalmente asintomáticos.

De este modo los recién nacidos prematuros y los prematuros con antecedente de DBP tienen mayor riesgo de desarrollar asma, siendo mayor este riesgo a menor edad gestacional.

Es por ello que se recomiende hacer un seguimiento estandarizado al menos hasta los 6-7 años de aquello prematuros menores de 32 semanas de gestación si bien en el caso de los niños con DBP se recomienda que se haga hasta los 14-18 años, dependiendo de cada caso la periodicidad de las visitas que incluso se pueden extender hasta la edad adulta en las situaciones más graves.

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