No hay nada más salvaje que la vida. Nada más primario que el instinto de protección de una madre recién parida ni nada más poderoso que la lucha por la supervivencia.

En plena era tecnológica se nos olvida lo que somos en esencia. Animales. Tiene que venir la vida a llevarte al extremo para que te des cuenta de lo que somos capaces de soportar y de luchar.

Salvajes. Eso es lo que son nuestros prematuros. Corazones salvajes que luchan por la vida. Nadie les ha dicho que no pueden. Tampoco a ti.