Audífonos. Cuando la vida susurra

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Entre las posibles secuelas que puede presentar un prematuro se encuentran los problemas auditivos. La inmadurez, los tratamientos antibióticos o el paso por la UCI, entre otros factores, pueden derivar en sorderas que requieran de tratamiento.

Por fortuna hoy en día existen soluciones poco traumáticas que permiten a estos pequeños llevar una vida normal.

Según explica el jefe de otorrinolaringología de Quirón Salud Málaga, Rafael Ruiz Rico, los prematuros “pueden presentar sordera inmediatamente después del nacimiento o se puede desarrollar en los primeros años de vida por lo que es fundamental el diagnóstico temprano”.

Para detectar problemas de audición a todos los recién nacidos se le hace la prueba de las otoemisiones acústicas que permite valorar el oído interno. Sin embargo, en el caso de prematuros, niños con antecedentes familiares de sordera o con síndromes craneofaciales se recurre a los potenciales evocados auditivos.

Se trata de una prueba indolora que dura pocos minutos y que suele hacerse con el bebé al pecho de la madre para garantizar que esté tranquilo o incluso dormido. Al niño se le colocan unos electrodos en la cabeza y se le envían sonidos mediante una sonda para valorar la respuesta de la vía auditiva a lo largo de todo el sistema nervioso central.

Según explica el doctor Ruiz Rico, lo ideal es tener el diagnóstico antes de los 3 meses de manera que se pueda iniciar el tratamiento antes de los 6 meses para que no haya afección al lenguaje y puedan tener un desarrollo cognitivo normal.

“Si tardas mucho”, señala el doctor, “el cerebro va alterando su función de manera que los resultados son peores. En el implante antes del año los niños tienen un desarrollo normal del lenguaje y una incorporación académica normal”.

Las opciones, si se detectan problemas de audición, son el audífono o los implantes cocleares. En el primer caso los niños pueden utilizar estos dispositivos desde los 3-4 meses mientras que los implantes cocleares se pueden poner con 6-7 meses si bien la media suele rondar el año.

Según explica el responsable de otorrinolaringología de Quirón Málaga, “el implante coclear es un dispositivo con una parte interna que se aplica con una operación de un par de horas. En ella se encuentra el receptor y unos electrodos que se ponen en el oído interno y que estimulan las fibras nerviosas con los estímulos que recibe de la parte externa que funciona de manera similar al audífono. Es decir, recoge el sonido con un micrófono, lo transforma en señales eléctricas, lo manda a la parte interna y eso estimula al nervio”.

La parte externa, que es la que se ve (aunque cada vez menos), se adhiere a la interna con un imán, y se puede retirar, por ejemplo, para practicar deportes como la natación. Por lo demás, el niño puede llevar una vida totalmente normal.

Según explica el doctor Ruiz Rico, la parte externa del implante se suele sustituir cada 4-5 años porque la tecnología mejora, mientras que la parte interna solo se cambia en el caso de que se rompa, por ejemplo, por algún traumatismo.

Así pues, la sordera se puede entender como uno de los males menores que puede acarrear la prematuridad. El audífono, al igual que las gafas, no es más que una solución, un complemento, una ayuda, que permite normalizar la vida de estos pequeños.